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Productividad de la alfalfa

Planificar y tener en cuenta aspectos como el momento de siembra, la selección de cultivares o sistemas eficientes de producción, son fundamentales para una buena implantación.

Ings. Agrs. Diego Saulo, Pablo Ribotta y Oscar Bruno.

La planificación de los recursos forrajeros de los sistemas lecheros de la cuenca SanCor incluyen la implantación anual de un porcentaje de la superficie con alfalfa. Ésta varía de 20% a 30% de la superficie total del establecimiento, con diferencias entre años, siendo mayor cuando se producen excesos hídricos como los ocurridos en algunas zonas en esta temporada.
La elección de los lotes a sembrar están relacionados con la rotación establecida en cada campo, los cultivos antecesores y el manejo de los mismos. La temperatura y la humedad del suelo, conjuntamente con otros factores, definen la mejor época de siembra. Esta especie germina en un amplio rango de temperaturas (desde 5° a 35°C, ubicándose el óptimo entre 19° y 25°C). Las condiciones favorables para el establecimiento de esta leguminosa se presentas desde mediados de marzo hasta fines de mayo. Otra alternativa de siembra, con algunas limitantes, es la primavera temprana.
Los aspectos más importantes que hacen a una correcta implantación tienen que ver también con la elección de cultivares adaptados a las condiciones edafoclimáticas de cada región y a grados de latencia compatibles con las necesidades de forraje de cada sistema de producción. En el área centro norte de la cuenca SanCor se adaptan mejor los cultivares de corto reposo invernal (grupos 8, 9 y 10). Existe actualmente un conjunto de variedades, que han sido seleccionadas para estas condiciones y cuya información se puede obtener de los ensayos comparativos de rendimiento que realiza el INTA y la Cámara de Semillerista de la Bolsa de Cereales.
Otro aspecto importante que hace a la siembra de la alfalfa, es el sistema de siembra que se utiliza. Siembras en líneas son más eficientes que al voleo, y el distanciamiento entre surcos debe ser lo más cercano posible para obtener una mayor cobertura de suelo. En el momento de la siembra, la profundidad en que se deposita la semilla y el contacto de ésta con la humedad del suelo son los principales factores a tener en cuenta para obtener una mejor eficiencia de establecimiento.

Siembras en líneas son más eficientes que al voleo, y el distanciamiento entre surcos debe ser lo más cercano posible para obtener una mayor cobertura de suelo.

Actualmente toda la semilla que se comercializa es pildorada (peleteada), esta tecnología tiene como beneficios: proporcionar condiciones ideales para la implantación, regular la absorción de agua, permitiendo que la germinación ocurra en condiciones óptimas, proteger a la semilla mediante los tratamientos preventivos de fungicidas e insecticidas, bajar el impacto ambiental sobre los organismos no objeto de la medida de control.
Un buen control de malezas durante el año de implantación influye sobre un mayor número de plantas logradas y un aumento en la producción de forraje, favoreciendo la persistencia. También mejora la calidad de la oferta de forraje debido a una disminución en la contribución de malezas en las pasturas.
Se debe comenzar a manejar el lote limpio de malezas durante el período previo a la implantación de la alfalfa. Hoy se cuenta con un paquete tecnológico de eficientes productos, controlando las malezas gramíneas y latifoliadas durante el barbecho.
Los resultados productivos (producción de forraje y persistencia) que se obtienen a nivel de campo distan, en muchos casos, con los que se obtienen a nivel de ensayos. Esto pone de manifiesto que hay un camino importante para aumentar la productividad si aplicamos toda la tecnología disponible para lograr las máximas producciones.